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Dicen que no hay descanso para los malvados. En ese caso debo ser pura maldad.
Cuando Hyde dijo que los cadetes serían acelerados, no estaba bromeando.
Es difícil mantenerse al tanto de los deberes de cadete de la sombra, pero no soy de las que rehúyen los desafíos. Sin embargo, justo cuando creo que he dominado mis habilidades y he encontrado mi sitio en la Academia, la directora me lanza algo más.
De repente, me ahogo en dolorosas revelaciones y más tareas. La única persona a la que quiero acudir me da la espalda, y el consuelo llega de una fuente inesperada.
Pero el equilibrio dura poco porque el silencio de la niebla está a punto de romperse, y cuando lo hace, nadie está a salvo.
Nuestro trabajo es proteger los terrenos de la Academia, pero cuando el peligro se eleva por los cielos, ¿quién demonios va a salvarnos?
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